Recorrido de Antaño
Hace algún tiempo conocí a
una pareja, no era cualquier pareja esta era especial… era especial porque era
una pareja de ancianos.
Todas las mañanas salían de
su humilde casa ubicada en las bajas calles de la ciudad. El anciano ciego y
casi sordo no podía andar bien así que siempre se sujetaba del brazo de su
amada y un bastón. La anciana casi ciega caminaba con menos dificultad, en su
andar siempre conversaban de la antigüedad comparada con la actualidad, algunas
veces sonreían ante algún recuerdo absurdo mostrando la falta de dientes de
cada uno.
Con sus ropas desgarbadas y
su pelo enmarañado comenzaban su recorrido por una venta de comida de la calle para
juntos disfrutar de un delicioso “atolito caliente por la mañana”. Después llegaban
hasta un mercado de la ciudad, en el interior comenzaban la búsqueda de algunas
frutas que pudieran ingerir sin dificultad, al concluir con la búsqueda regresaban
a casa con la paz y la tranquilidad de un caracol. La noche había acontecido
mientras lentamente descendían a casa. La anciana al llegar inmediatamente
desempacaba lo poco que lograron comprar escogiendo algo delicioso para que
ambos pudieran cenar.
Sucesivamente así los días pasaban
y el recorrido no cambiaba, hasta que un día mientras el sol alumbraba el
interior de la casa de madera y láminas, la anciana intento despertar a su
querido anciano pero este no abrió los ojos y su roncar ya no se escuchaba…
Pocos días habían pasado
desde que el anciano había fallecido, en las mañana ya no se veía a la pareja
de ancianos caminar por las calles y un leve silencio abrumaba a las personas
de alrededor, pero una mañana la desgarbada silueta de una anciana se podía observar
desde lejos muy temprano por la mañana, asombrados los vecinos de ver a la
anciana sola caminar por las calles trataron de detenerla pero ella se negó a
regresar, argumentaba que necesitaba “atolito para desayunar” para luego pasar
al mercado y buscar fruta o comida para cenar….
Sucesivamente el recorrido
de la anciana siguió por varios días, siempre argumentaba que necesitaba salir porque
todo en casa le recordaba la pérdida de su anciano, siempre que lo mencionaban
sus ojitos cubiertos de nubes blancas y rodeado de arrugas se llenaban de lágrimas
mientras su voz se quebraba. Todos se asombraban de verla ir y regresar, hasta
que un día nadie la vio regresar.
Había partido muy temprano y
como muchas otras veces paso por su “atolito de las mañanas”, luego se dirigió
al mercado de la ciudad, tal vez toda era cuestión de tiempo o de atención. Mientras
su andar se dificultaba al cruzar la calle un imprudente conductor con la
mirada fija en los lujos de la actualidad no se percató de que la anciana
cruzaba la calle. Sus huesos frágiles por el paso del tiempo se quebraron como
vidrio por la magnitud del golpe privándole de la vida y dándole una cruel despedida.
Hoy todos recuerdan a esa
dulce pareja de ancianos que nadie supo ayudar…
Pero se que nuevamente en otro tiempo y
en otro lugar sus almas yacen juntas con amor y felicidad.
Qué historia más tierna y triste, si es tuya felicidades amiga, besitos y abrazos...
ResponderEliminarMuchas gracias querida Arwen, un honor que nos leas. Saludos y bellas lunas.
Eliminar