Memorias Capitulo 1
PROLOGO
Al
enamorarte resultas perdiéndote en el ser amado
Dejando
de lado tu esencia pero
¿Cómo
te das cuenta que te encuentras encerrada en una jaula de oro?
Has
forjado tu celda con promesas vacías embebiéndote amargamente con cada una de
tus lágrimas
Nunca imagine estar de esta manera,
creer que algo como esto fuera a pasar. Nunca imagine querer tanto a alguien o
cuando menos eso creía. ¿Tal vez era miedo a la soledad? tal vez era un deseo
frustrado nada más... En un principio todo era hermoso, la pareja perfecta, el
hombre ideal, solo era cuestión de esperar un tiempo no definido pero tampoco
muy largo eso era lo que mi corazón creía nada más. Cada palabra que de su boca
brotaba me la creía, mi futuro estaba planeado con él, pero pasaron tantas
cosas, cosas que me hacía creer que esto de un buen modo no terminaría.
Todo era una ilusión nada más... una
estrecha semejanza entre la esperanza y la idea que surgía en mi mente aunque
no existía en su totalidad, era una percepción deformada de la realidad, una
dura realidad que mata toda ilusión, pero también la ilusión mata toda
realidad. El mundo se desarrolla a través de ilusiones, ya que sin ilusiones no
podríamos actuar y todo sería diferente. La ilusión decepciona cuando se
muestra la verdad, y aquellas sonrisas y miradas lindas quedan atrás…
Incontables veces me disfrazaba de
fuerte para no lastimarme más, quería creer que todo estaba bien cuando en verdad
no lo estaba. No importaba todo lo que estaba sufriendo, siempre me decía que
todo saldría bien que no importaba nada pero en mi subconsciente sabía que nada
estaba bien, que me estaba lastimando al fingir que no me dolía, pero si dolía
y era el doble, cuando decía que no
importaba era porque en verdad importaba y si dije que no dolía era porque
realmente me destrozaba…
– ¡basta! Estoy cansado de lo mismo –grito
– tan solo cálmate, por favor – dije
tratando de calmarlo
Sus ojos color castaño oscuro reflejaban
una mirada llena de ira la cual desnudaba mi ser por completo dejándolo tan
vulnerable ante su prepotencia.
– ¡déjame en paz! –dijo empujándome con la
mano para hacerme a un lado.
Esta vez no espero a que le contestara,
únicamente se giró y se marchó golpeando con fuerza la puerta de la entrada
principal. Otra vez ese dolor en el pecho que se esparcía hacia mi garganta
como un nudo en el medio. Mis fuerzas desvanecían haciéndome caer de rodillas,
las lágrimas comenzaron a brotar y ese inmenso dolor dentro de mi pecho me
asfixiaba, preguntándome ¿Dónde estarían esos tiempos de amor?
Tarde varios minutos en recobrarme, mi
corazón latía fuertemente y a pesar de tener todo el aire del mundo sentía ahogarme dentro de un mar de
dolor. Con dificultad me puse de pie recobrando las fuerzas. Camine de vuelta
al interior de la sala, con cada paso que daba el piso se sentía más frio bajo
mis pies entumeciéndolos. Al entrar me detuve en el medio de la puerta
observando a mi alrededor, todo estaba en su lugar como si fuera un hogar tan
cálido y acogedor en el que una familia feliz se reunía todas las noches a
cenar y a convivir. Respire hondo conteniendo el llanto y retome mis labores
diarias aparentando que nada había sucedido.
–
¿Mami que vamos
a desayunar?
–dijo una hermosa vocecita.
–
Lo que gustes mi
niña
–respondí atragantándome mis lágrimas.
Mi hermosa princesa de tres años había
venido a iluminar mi vida. Al principio había recibido la triste noticia de que
no podría ser madre pero este angelito llego sin aviso.
–
¡Serenity! Ya
está listo el desayuno – dije
–
¿Y papi? – pregunto
mientras se sentaba.
–
Salió cariño,
tuvo una reunión de trabajo –respondí
–
Está bien – dijo y en su
voz podía escuchar cierta decepción
–
Pero podemos
hacer algo este fin de semana– indique y sus ojos se abrieron como
platos al escuchar la idea.
–
¿Algo divertido? – pregunto
entusiasmada.
–
Si, algo
divertido será
–reafirme.
Las horas se
ralentizaron ese día. Los minutos eran incontables en el trabajo. Al pasar por
Serenity al kínder y regresar a casa nos dimos cuenta de que Dante aun no había
regresado. Esa noche cenamos en silencio mientras veíamos una de sus series favoritas. A la hora de
dormir como era costumbre después de lavar los platos nos dedicábamos a buscar
un libro en la pequeña estantería llena de algunos cuantos libros que mi padre
me había regalado hace ya algún tiempo. Serenity adoraba que le leyera
cualquier tipo de historia de acorde a su edad. Le encantaba la idea de
escuchar el poder de la magia de hadas, magos y duendes. Pero de vez en cuando
se acercaba a husmear entre las páginas de los libros algunas historias de
hombres lobos, brujos y vampiros aterrándola ante sus imágenes pero al mismo
tiempo aliviando su curiosidad. Elegimos el cuento adecuado y junto con la
música de un hermoso joyero de madera tallada comenzamos la lectura hasta que
se quedó dormida.
Una nueva noche de
soledad y angustia me esperaba al entrar en mi habitación. Tratar de dormir era como un tormento, tal
vez era porque un alma triste siempre esta despierta después de medianoche.
La mañana
aconteció y Serenity entusiasmada
desayuno mientras yo observaba por la ventana esperando que Dante regresara,
dos días habían pasado desde la última discusión y aun no sabía nada de él. Lo
había conocido a la edad de quince años y siempre habíamos llevado una buena
relación. Pero esta vez era un total desconocido para mí, después de diez años
de conocerlo sentía que era una persona totalmente diferente, algo había
cambiado…
El fin de semana estaba
presente y no permitiría que mi niña pasara un mal momento. Tome las llaves del
automóvil (un Chevrolet Corvair color beige con la pintura bastante desgastado
y la tapicería rota para mi seguía
siendo el mejor auto) al introducirnos dentro del auto sujete el volante con
fuerza, cerré los ojos y contuve el aliento ahogando el sentimiento de culpa y
decepción al mismo tiempo. Introduje la llave para encender el auto y con
tranquilidad nos dirigimos al centro de
la ciudad. Un pequeño recorrido por unas cuantas calles hasta llegar a una juguetería para que Serenity eligiera
sus juguetes favoritos “ponis” pero mientras se distraía yo no dejaba de mirar
el celular a cada instante, marque su número nuevamente pero sonaba
desconectado, el dolor en mi pecho me consumía por dentro, pero mientras caminábamos
trataba de mantenerme serena.
Almorzamos
lo que Serenity prefería, unas deliciosas hamburguesas y luego nos dirigimos de
regreso a casa, al bajar del auto y sacar las llaves de mi bolso mi corazón
latía rápidamente esperando encontrar a Dante de vuelta pero al abrir la puerta
de la casa únicamente escuche el eco de la puerta al abrirse.
–
¿a qué ahora
viene papi?
–pregunto Serenity con esa intriga de siempre.
–
Por la noche –respondí – ¡Cenaremos palomitas de maíz! –dije disimulando
el trago amargo manteniendo la esperanza de que él en verdad regresara…
La noche llego y las
palomitas de maíz estaban casi listas, tome el teléfono una vez más y le llame
pero nuevamente sonaba desconectado. Mi esperanza cada vez ardía en llamas envolviéndome
en espesas nubes de humo.
–
comeremos solo
tú y yo amor, papi tuvo que quedarse hasta tarde en una reunión de trabajo –explique con
sosiego
–
¿Otra vez? –espeto con
decepción
–
Si cariño pero
¡mira lo que encontré! –le interrumpí
–
¿Qué es? –dijo asombrada
–
¡¡Una película
de ponis!! –dije
y me lance hacia ella llenándola de cosquillas lo cual la distrajo de su
decepción paternal.
La
noche paso y una vez más Serenity se había quedado dormida en mis brazos ya
entumecidos de sostenerla, al recostarla en su habitación me dirigí a la mía,
después de una ducha para aclarar mis ideas me recosté en la cama sintiéndose
tan sola y vacía, intentaba dormir pero, la mente jugaba conmigo esa noche. Después
de dar varias vueltas sobre mi almohada pensando en todo lo que había pasado mi
cabeza comenzaba a dolerme, limpie mis lágrimas y levante la mirada para ver el
reloj que se encontraba sobre la puerta de la habitación era ya pasada la
madrugada, al bajar la mirada note el suave reflejo de la luz de la calle
entrar en el interior de mi habitación y una extraña sombra se paseó con
velocidad de la ventana hacia la puerta, asustada sujete con fuerza la orilla
de las sabanas al fijar la mirada en la entrada me asombre al ver una extraña
figura postrada al pie de mi cama, tan inmóvil como observándome llorar, un ser
alto cubierto desde la cabeza hasta los pies con largas ropas oscuras, asustada
me cubrí rápidamente con las sabanas hasta la cabeza, cerrando con fuerza los
ojos pensaba que era producto de mi imaginación o que era solo una pesadilla.
Estando aún bajo las sabanas temerosa encendí la lámpara que se encontraba a un
costado descubriendo mi rostro para ver si aún se encontraba esa especie de
sombra pero para mi sorpresa ya había desaparecido. Me levante con rapidez para
ir a ver a Serenity y revisar que estuviera bien, revise cada una de las
puertas y ventanas asegurándome que todo estuviera cerrado pero para mi
sorpresa la única ventana que se encontraba medio abierta había sido la de mi
habitación.
Después
de varios minutos de rondar por la habitación buscando una respuesta ¿quién
intentaría entrar al apartamento ubicado en un quinto piso después de la
madrugada? Al final logre dormir un poco pero para mí mala suerte a la mañana siguiente
había unas notables ojeras bajo mis ojos en señal de que había llorado toda la
noche, sin olvidar que no había dormido casi nada.
El fin de semana casi
acababa y junto con el mi felicidad…
A la mañana del día
domingo decidí ir temprano a casa de mis padres, ellos adoraban que los
visitara su única nieta. ¿Cómo no
adorarla si era de su única hija? Unos años después del nacimiento de Serenity
había deseado tener un segundo hijo, pero era algo que no se encontraba en los
planes de Dante. Para llegar a casa de mis padres debíamos recorrer unos
cuantos kilómetros fuera de la ciudad, a mi padre siempre le había gustado
estar lejos de los ruidos y lujos de la ciudad.
–
Hay una profunda
decepción bañando tu mirada querida –dijo mi padre en tono quedo
interrumpiendo mis pensamientos.
–
Padre –susurre en
señal de desacuerdo –siempre hablas de
una manera extraña –dije pero mi voz sonaba temblorosa.
–
Lo siento
querida sabes que siempre he sido así –respondió.
–
¿Y Dante? –pregunto mi
madre clavando sus ojos castaños sobre mí mientras dejaba una taza de café
sobre la mesita situada frente a nosotros.
–
Trabajando –respondí
evasivamente
–
Trabaja
demasiado y deja de lado los momentos más preciados –índico mi
madre mientras comenzó a cepillar el cabello de Serenity.
Mi padre quien estaba frente
mío siempre sabía cuándo ocultaba algo, él únicamente quito su mirada de mí y
tomo a Serenity llevándola entre sus brazos hacia el jardín. Aun me preguntaba
¿por qué no había sacado el hermoso cabello lacio y oscuro de mi madre? al
contrario yo había heredado el cabello ondulado de mi padre color café o más
bien dicho “chocolate” como él le llamaba, alguna veces me sentía complacida de
que Serenity fuera todo lo contrario, su cabello era liso y sedoso de color
avellana.
Mi madre capaz de
intuir cualquier pesar únicamente me
abrazo y las lágrimas una vez más comenzaron a brotar. Ella sabía que no le
contaría nada pero únicamente se quedó ahí abrazándome por unos momentos sin
preguntar nada…
–
Ven ayúdame a
preparar algo delicioso para el almuerzo –dijo tratando de crear algún
tipo de distracción.
Después de un par de
horas el almuerzo estaba listo y Serenity estaba más que entusiasmada de jugar
con mi padre.
–
¡Damián,
Serenity! ¡Hora de comer! –grito mi madre.
–
Ya vamos Ellie.
***
Lunes por la noche a los 26 días del noveno mes
del año en curso
Era la mañana del lunes
y aun no sabía nada de Dante, al regresar de la casa de mis padres intente
llamarle una vez más pero ya sabía cuál sería el resultado. Tome mis cosas y me
dirigí al trabajo dejando a Serenity en el kínder como de costumbre. El día en
la oficina pasó rápidamente, ser
secretaria en un periódico no era lo que tenía en mente al principio pero tenía
gastos que cubrir. Al salir a la hora de llegar a casa me abrumaba más que
emocionarme. Pase por Serenity para llevarla de regreso a casa y al entrar todo
estaba tal como lo había dejado por la mañana, ni una sola señal de que él hubiera
regresado. Esa noche Serenity nuevamente pregunto por él pero sin respuesta algún
solo le dije que estaba trabajando nuevamente y sabía que las excusas se me estaban
acabando.
Era otra fría noche de
insomnio recostada sobre mi cama viendo hacia el techo con las luces apagadas, pasaba
la media noche y temerosa observe dentro de mi habitación buscando señales de
la extraña sombra de la noche anterior. Mientras observaba con atención sin
encontrar más que la sombra de las cortinas sentía la misma sensación de la
noche anterior, siendo observada por alguien pero prontamente algo desvió mi
atención al escuchar el sonido de la puerta principal cerrarse de un fuerte
golpe, aterrorizada me levante dirigiéndome hacia la sala sujetando un bate de
beisbol en mis manos, baje cuidadosamente los escalones y note que alguien se encontraba recostado a un lado de
la puerta, atemorizada intente acercarme a la cocina para tomar un cuchillo
pero para mi sorpresa las luces se encendieron… Dante permanecía a un lado de
la puerta con la mirada fija en mí y una torpe sonrisa se formó en su rostro.
–
¿Qué te ha
pasado?
–pregunte molesta acercándome a él, dejando el bate de lado.
–
¿Molestando
nuevamente?
– reprocho sujetándose aun de la pared.
–
Estaba
preocupada
–dije acercándome a él para abrazarle entonces sentí su fuerte hedor a alcohol.
–
¡Estoy cansado
de ti, aléjate de mí!
– grito lanzando un fuerte golpe hacia mi rostro el cual me hizo caer al suelo.
Caí al suelo lanzando un chillido, recostada
en el suelo sujetándome el rostro comencé a llorar, en nuestros diez años de
relación nunca me había dado un golpe. Asombrado de lo que hizo se retiró al
interior del apartamento dejándome ahí sin decir nada más. Una delgada línea de
sangre se había formado en la comisura de mi boca, al limpiarme con la manga de
mi bata blanca de seda, me puse de pie y le seguí, se encontraba en nuestra
habitación sacando toda su ropa del interior del guardarropa.
–
¿Qué pasa
contigo?
–le pregunte con lágrimas en los ojos – ¿a
qué se debe todo esto? –añadí
–
Ya no… –balbuceo
negando con la cabeza –ya no quiero
seguir con esta farsa, ya no te amo– espeto
Sus palabras fueron un
puñal clavándose en mí pecho, me dolía mucho más de lo que el golpe me había
dolido.
–
Debe de haber
algo que te moleste, podemos solucionarlo buscar ayuda no se…–
–
¡No! –me interrumpió –ya no quiero estar junto a ti, quédate con
todo yo… termina tu carrera, yo… me marcho – dijo cerrando la cremallera de
su maleta.
Como tonta me lance a
llorar sujetando su brazo, suplicándole de rodillas que no se fuera, que
cambiaría lo que fuera necesario para que se quedara a nuestro lado pero
únicamente me hizo a un lado y se marchó, cerrando la puerta tras él sin decir
nada más.
–
Selene… –escuche su
voz tan suave como una dulce melodía sonar. –hija despierta – dijo
mientras acariciaba mi cabello.
–
Madre… –susurre
viéndole fijamente.
La había llamado
después de que Dante se marchara, al colgar solo recordaba el haberme quedado tendida
en el suelo viendo hacia el techo mientras las lágrimas rodaban por mi sien durante
horas.
–
Serenity –dije asustada
pensando que se había marchado junto con él
–
Tu padre la
llevo al kínder
–respondió.
Sentada en el medio de
la sala sujetaba mi cabeza con fuerza, no sabía si el dolor dentro de mi pecho era más fuerte que el de
mi cabeza o el del golpe en mi boca. Mi madre quien permanecía a un lado mío
abrazándome con fuerza diciendo que todo estaría bien mientras yo sabía que no
sería así, trataba de encontrar respuesta alguna. El miedo me invadía, me había perdido del
camino que él siempre me mostraba y ahora ya no estaba me sentía tan sola y
vacía. Siempre había estado forzada a sonreírle sin demostrar que mi corazón
había muerto y posiblemente desde un principio ni siquiera estaba entero.
Christine había sido su
anterior pareja, era todo lo contrario a mí, el tono de su piel más claro, sus
ojos color miel combinaban con su largo cabello ondulado color rubio cenizo. Tenía
el desagrado de conocerla desde hace ya algún tiempo notando que siempre vestía
de manera rara, largas faldas oscuras y con lentejuelas, algunas veces portando
extraños amuletos sobre su ropa. Me estacione a unos cuantos metros de donde se
encontraban y de manera precipitada baje del automóvil, quería abofetearlos a
ambos y exigir una explicación pero mi madre me detuvo en ese instante, me
había seguido hasta allí.
Me detuve ante sus palabras
que se desvanecieron en el viento, únicamente los observe abrazarse, sonreírse el
uno al otro como un par de tontos enamorados, recordé esa dulce mirada que
alguna vez me dedico esa dulce mirada que había desaparecido ya hace algún tiempo
dejando en su lugar una fría mirada llena de desprecio total. Todo a mí
alrededor pareció desvanecerse, deseaba tanto que fuera un mal sueño del cual
poder despertar.
–
Vamos querida,
regresemos a casa…–
dijo mi madre y su voz resonó como eco en mi mente.
***
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